Cojo y sin muleta.
Sí. Así. Tal cual.
Un amigo me ha enviado un vídeo con un truco. Un súper truco para eliminar las «muletillas» al hablar.
Para eliminarlas de cuajo.
A saco.
A destajo.
– Xoel, ¿esto funcionará?
El truco consiste en dar un silbato a una persona. Será tu «árbitro» y dirás tu discurso o speech delante de él/ella. Cada vez que utilices una muletilla, el «árbitro» pitará. Después de 2 o 3 pitidos, dejarás de usar muletillas. (O, al menos, eso asegura el vídeo).
– Entonces… (insiste) ¿crees que funcionará?
– Si lo que quieres es caerte, probablemente funcione.
La verdad es que no dudo de que el truco «funcione».
Pero, si le sacas la muleta a un cojo, se cae.
Y es que sí… Si alguien usa muletillas al hablar es porque «habla cojo». Porque necesita «apoyarse» entre palabra y palabra, entre frase y frase. Y sin ese apoyo, su discurso se cae. Su mensaje se cae. (Y la audiencia se va de viaje). zZzZ
Lo que necesita es aprender a caminar sin cojear. A hablar sin cojear. Hablar disfrutando cada silencio (silencio, ¡qué importante y cuánto dice!). A hablar irradiando el mensaje, sosteniendo el mensaje, vivo/a, en constante escucha, en constante movimiento interno, sin cortar la energía, sin que la pelotita pare (si estás en clase ya sabes a qué me refiero ).
Y entonces…Las muletas, las muletillas… Caerán solas. Desaparecerán. Porque ya no serán necesarias.
¿Fácil? Bueno… seguro que no tanto, o tan rápido, como ese truco. Es un proceso. Necesita su tiempo. Pero…
Más eficaz. Sí. Eso sí.
¿Tú que opinas?
PD: Y… Hablando de muletas… Han venido a mi mente Paul Newman y Elizabeth Taylor en ‘La gata sobre el tejado de zinc’.

Peliculón de Richard Brooks a partir del textazo teatral de Tennessee Williams que siempre vale la pena recordar.
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